Dulcinea y yo
(...)"Imágenes de luz vacilante
El domingo es el día del niño y aún hay receso invernal, por lo que hoy era casi imposible no toparse con malones de criaturitas pasadas de rosca. Volviendo a mi casa, cruzo por el medio de una plaza que, esta tarde en particular, estaba colmada de chiquitines hermosos correteando, andando en bici y en kartings, que los alquilaban allí mismo. Mi gesto de ternura se vio interrumpido bruscamente cuando un borrego casi me atropella con la bicicleta. Lo putié en veinte idiomas (en voz baja, claro). El mal momento lo pude remontar al escuchar a todo volumen un tema de “Dark side of the moon” de Pink Floyd que sonaba en una locomotora de garrapiñadas y manises. Muy ecléctico, pensé. Y seguí caminando, recordando la alegría de recibir regalos en estas fechas. No estaría nada mal que nos hiciéramos presentes simbólicos para no olvidar que llevamos un niño dentro nuestro. De eso se encarga mi abuelito Mauro, quien cree que aún sigo siendo una niña. Con contarles que el año pasado me regaló el album de figuritas de Gaturro que sale en el diario La Nación, sabiendo que me gustan los gatos. Me juntaba las figuritas todas las semanas y después me las traía. Me contó que, en una oportunidad, habiendo llegado a su casa, se percató que el diariero no le habia dado las figus y se volvió al kiosco para reclamarlas diciendo que “mi nieta las colecciona”. El quía no se habrá ni imaginado que yo tenía 30 añitos!
Sin ir más lejos, la semana pasada me trajo una careta para armar la cara de un chita de zoo de Temaiken. Hace unos días lo volví a ver al abu y lo atendí con la careta puesta…
La verdad que me encanta seguir jugando. En definitiva, los “grandes” creceremos cuando volvamos a ser como niños, o no?
Felíz día!
