
La imagen es de cuando cumplió un añito. Para aquel tiempo todavía toleraba el uso de accesorios como hebillas y gorros pero en la última Navidad hemos descubierto su gran desagrado a estos bártulos. Son varios los testigos a semejante disgusto, que lo pudieron comprobar tras intentar ponerle un gorro papanoelesco para perros. De más está decir que el intento fracasó, y hubo que socorrer a más de uno con gasas y pervinox.
Ahora, ella está al cuidado de sus generosos "abuelos" porque en mi depto no hay lugar para un cocker.
Dulcinea, agradecida.
2 comentarios:
Hola Dulcinea, hablando de gorritos y otras yerbas; nosotros le compramos otro a Cindy para su cumple; vos no la convencerias para que se lo pruebe?
Te pueden dar una mano Diana y Pablo, que se entienden muy bien con ella.
Saludos a tu ma'.
Mirá, tío, Dulcinea no conoce a Cindy y dudo de que ese encuentro ocurra alguna vez. La perra ya está grande para sombreros y papelones. Diana y mi hermano ya lo saben, je!
Besos!
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