11 de octubre de 2007

Golosina: un engaño fonético

Debo reconocer que mi gata Dulcinea es un animal de superlativa inteligencia. Y no lo digo porque yo sea la madre, sino que lo demuestra siempre que tiene ganas. Convengamos que eso no ocurre muy a menudo pero bue... tampoco se le puede pedir tanto .


Uno de los hechos que ejemplifican este fenómeno es que en muy poco tiempo ha aprendido a reconocer una frase de dos palabras. Dondequiera que la pronuncie, ella sabe a qué me refiero, y actúa en consecuencia. Esta frase es: "¿Querés golosina?" (entendiéndose por golosina a unos bocadillos para gato que parecer ser deliciosos a su paladar)


Cuando le digo estas palabras con un tono de convite, viene a todo galope (no sé si deba referirme así a un felino...) y se sube de un salto a la mesada, justo encima de la puerta detrás de la que guardo este manjar. A todo el que viene a casa, que tampoco es tanta gente, le hago la demostración y me siento cual madre que se enorgullece desmedidamente por las bobadas que hace su hijito.


Cuando le conté a mi hermano lo que hacía Dulcinea frente a la frase, me dijo:
"Probá a ver qué hace si le decís :" querés limusina?
O "querés insulina?"
O "querés crotoxina?"


Todavía me estoy riendo de semejante ingenio! Porque cuando llegué a casa, hice la prueba y, efectivamente, la gata cayó en la trampa fonética y fue corriendo a la mesada en busca de su Golomiau. Al final, no es tan lista como pensaba, pero aún así le di un puñado de bocadillos, como para compensar la burla.