8 de octubre de 2005

Mi adorada Cindy

Cindy ya tiene siete años. A pesar de los dichos de cierta gente, su dulzura invade la atmósfera que la rodea. Es cierto que tiene un carácter un poquitillo bravo pero no deja de ser una perra agradable, compañera y muy cariñosa.
La imagen es de cuando cumplió un añito. Para aquel tiempo todavía toleraba el uso de accesorios como hebillas y gorros pero en la última Navidad hemos descubierto su gran desagrado a estos bártulos. Son varios los testigos a semejante disgusto, que lo pudieron comprobar tras intentar ponerle un gorro papanoelesco para perros. De más está decir que el intento fracasó, y hubo que socorrer a más de uno con gasas y pervinox.
Ahora, ella está al cuidado de sus generosos "abuelos" porque en mi depto no hay lugar para un cocker.
Dulcinea, agradecida.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Dulcinea, hablando de gorritos y otras yerbas; nosotros le compramos otro a Cindy para su cumple; vos no la convencerias para que se lo pruebe?
Te pueden dar una mano Diana y Pablo, que se entienden muy bien con ella.
Saludos a tu ma'.

Erica dijo...

Mirá, tío, Dulcinea no conoce a Cindy y dudo de que ese encuentro ocurra alguna vez. La perra ya está grande para sombreros y papelones. Diana y mi hermano ya lo saben, je!
Besos!